3.27.2006

Chile cambia ¿ por qué no la TV?

La belleza auténtica y el pensar son dos conceptos pasados de moda, a juicio de algunos especialistas en marketing de la televisión chilena. No es raro por lo tanto, que un espacio en el que ambos términos confluyan haya estado a punto de ser eliminado de la parrilla programática dejando a sus numerosos seguidores con un gusto amargo.

Cada vez es más difícil percibir en los programas de la pantalla chica cualquier atisbo de belleza real y menos aún de pensamientos profundos. En un mundo plagado de silicona, frases clisé, escenas y lenguajes burdos, todo aquello que tenga relación con una expresión más fina de las ideas o de las imágenes resulta ajeno y hay que descartarlo.

Mientras a nivel oficial se hace un esfuerzo por difundir el arte y se inauguran grandes recintos, especialmente creados para exposiciones de valor internacional, en el ámbito privado de la televisión se retira todo aquello que puede subir de alguna manera la cultura nacional. Al parecer se olvida que el progreso del país no sólo requiere de tratados de libre comercio sino también de una cultura que permita hablar de igual a igual con los socios europeos o de otros países desarrollados. Lo único que importa hoy es don dinero, que por algo se considera un poderoso caballero, pero la fórmula parece equivocada.

La excusa más frecuente para mantener programaciones de mala calidad es el rating o en el caso de la radio, la sintonía. Curiosamente, en ese mismo instante y país, cunden hoy las orquestas juveniles que interpretan música clásica en ciudades y pueblos y los museos se llenan de visitantes, cada vez que hay una buena exposición.

¿Qué pasa ? ¿Falla la medición de los programas, los especialistas carecen de sensibilidad artística o están formados en la ya pretérita convicción de que lo cultural no vende?

Chile ha cambiado mucho en los últimos años y sería conveniente una renovación de los conceptos que se manejan en publicidad. Las viejas creencias de lo que sucede en el país lleva a errores. Es bueno recordar que basándose en éstas, hace sólo cinco años, una gran mayoría creía imposible que una mujer fuera Presidente de la República.

3.23.2006

La teoría de la relativa-edad

En las noticias aparecidas en los últimos días llama la atención cómo la ciudadanía solicita a un ex presidente, Ricardo Lagos, de 68 años, que regrese a asumir sus funciones el 2010. Si quienes contratan personal y excluyen a los mayores de 35 años de cualquier trabajo, observaran este fenómeno, talvez se detendrían a repensar el tema.

El éxito que muchos reconocen en la gestión de un adulto mayor como Lagos o de un Andrés Zaldivar, recién nombrado Ministro del Interior o de los Papas, elegidos, normalmente, entre personas de edad más avanzada, contrasta con las normas de aceptación que determinan los jefes de personal o de cualquier otro mando medio, para cargos de mucho menor complejidad e importancia. Quizás porque por pertenecer a un grupo etario que recién comienza su vida, aún no alcanzan a tener la suficiente sabiduría y capacidad intelectual para reconocer estas cualidades en otros que sí las tienen. Por eso, simplemente,los descartan.

Las posibilidades de obtener una plaza laboral disminuye a medida que pasa el tiempo y resulta casi imposible que un adulto mayor, por experimentado y capaz que sea, tenga acceso a actividades remuneradas que les permitan desarrollar sus talentos en forma estable. Curiosamente, este grupo etario tiene grandes ventajas sobre los jóvenes. Entre ellas que cuenta con el tiempo y el deseo de dedicarse por entero a ejercer su labor, sin distracciones ni responsabilidades ajenas a lo laboral.

Pasados los sesenta años,las mujeres no se embarazan, los hijos ya son independientes y no requieren de su cuidado. Hombres y mujeres tienen una vida personal y familiar estable, sin muchas otras actividades que los aparten del ejercicio de su profesión u oficio. Además, poseen mayor experiencia, sabiduría y calificación que las personas muy jóvenes o de edad media. La vida les ha enseñado a tomar decisiones y a ejercer con mayor destreza las habilidades, adquiridas y perfeccionadas durante años. Como si esto fuera poco, no exigen un cargo de planta porque la mayoría ya cuenta con una pequeña jubilación.

Pese a todas estas ventajas los adultos mayores que desean o necesitan trabajar son excluidos sistemáticamente de cualquier posibilidad de contratación permanente o a honorarios.

¿Cómo es posible que con ejemplos tan evidentes como los antes señalados se siga discriminando de los trabajos a las personas mayores que los desean o necesitan? ¿Por qué se les condena a la inactividad y, en muchos casos, a la pobreza eterna? No todos pueden o quieren dedicarse a hacer turismo y actividades recreativas como les indica la sociedad.

Si no se adoptan medidas al respecto, muy pronto los jóvenes que determinan las políticas de contratación de hoy ya no lo serán tanto y caerán en su propia trampa. Además, los que aún ejerzan un trabajo tendrán que hacer un gran esfuerzo para mantener a una población de tercera edad creciente, a la cual no se le permite autofinanciarse.

3.12.2006

Prensa amarilla y salud mental

Muchos profesores siguen enseñando en las escuelas de Periodismo que los acontecimientos positivos no son noticia. Tal vez esa sea una de las razones por las que en los medios informativos sólo se dan a conocer los sucesos negativos que nos amargan la vida. Y cuánto más impacte una tragedia o se explote la morbosidad de la minoría, mejor se siente el editor.Como decía un viejo reportero de una región en la que trabajé: "Los hechos son noticia de dos muertos para arriba".

La teoría de la prensa negra, por no decir amarilla, me recuerda la forma de pensar de algunos educadores de otros tiempos. Tiene cierta similitud con muy antiguas corrientes formativas que permitían el regocijo de mentalidades autoritarias y gozadoras del sufrimiento ajeno. Aquellas que aplican, por ejemplo, eso de que la letra con sangre entra. Las que creen que si algo se hace bien, solo se cumple con el deber y si se hace mal, hay que castigar con fuerza.

Según la antigua pedagogía era el golpe físico el que enseñaba. Ojalá la correa o el chicote. De acuerdo a lo dicho en las escuelas de Periodismo, el impacto psicológico funciona porque es el que vende. A esto hay que agregar las razones económicas o ideológicas que pueden mover a algunos medios informativos a criticar la actuación de determinadas personas o autoridades

Las nuevas corrientes pedagógicas han demostrado los buenos efectos del estímulo positivo que eleva la autoestima y contribuye a la felicidad de los seres humanos. Igualmente, la psicología ha comprobado cómo los pensamientos positivos llevan a acciones de este tipo, con el consiguiente beneficio social y personal.

Sin embargo, los comunicadores no hemos cambiado en este aspecto. Por el contrario. Se ha intensificado el afán morboso de destacar lo negativo, de aumentar cualquier pequeño error y perder de vista las grandes obras o avances, insistiendo en que las malas noticias son las que venden.

Como consecuencia de esta posición que no evoluciona, gran parte de la población vive la infelicidad diaria de creer que está habitando un mundo mucho peor de lo que realmente es, porque lo positivo que ocurre no se difunde.

Tal vez es hora de pensar que el ser humano requiere tener buenas noticias. Darse cuenta que también debe ser un receptor de alegría, de un panorama más esperanzador que el que a diario se destaca en la televisión o en los diarios. Está bueno ya de encontrar todo malo y aumentar las noticias haciendo lucir el lado negativo. Es hora de seguir la corriente de educadores y psicólogos y evolucionar también en el periodismo, abandonando viejas creencias que contribuyen a desmejorar la salud mental de los chilenos y no aportan nada para su beneficio.



Hemos logrado como país muchos cambios que nos parecían imposibles ¿Podremos revertir ahora esta realidad que atenta contra nuestra paz interior?