Chile cambia ¿ por qué no la TV?
La belleza auténtica y el pensar son dos conceptos pasados de moda, a juicio de algunos especialistas en marketing de la televisión chilena. No es raro por lo tanto, que un espacio en el que ambos términos confluyan haya estado a punto de ser eliminado de la parrilla programática dejando a sus numerosos seguidores con un gusto amargo.
Cada vez es más difícil percibir en los programas de la pantalla chica cualquier atisbo de belleza real y menos aún de pensamientos profundos. En un mundo plagado de silicona, frases clisé, escenas y lenguajes burdos, todo aquello que tenga relación con una expresión más fina de las ideas o de las imágenes resulta ajeno y hay que descartarlo.
Mientras a nivel oficial se hace un esfuerzo por difundir el arte y se inauguran grandes recintos, especialmente creados para exposiciones de valor internacional, en el ámbito privado de la televisión se retira todo aquello que puede subir de alguna manera la cultura nacional. Al parecer se olvida que el progreso del país no sólo requiere de tratados de libre comercio sino también de una cultura que permita hablar de igual a igual con los socios europeos o de otros países desarrollados. Lo único que importa hoy es don dinero, que por algo se considera un poderoso caballero, pero la fórmula parece equivocada.
La excusa más frecuente para mantener programaciones de mala calidad es el rating o en el caso de la radio, la sintonía. Curiosamente, en ese mismo instante y país, cunden hoy las orquestas juveniles que interpretan música clásica en ciudades y pueblos y los museos se llenan de visitantes, cada vez que hay una buena exposición.
¿Qué pasa ? ¿Falla la medición de los programas, los especialistas carecen de sensibilidad artística o están formados en la ya pretérita convicción de que lo cultural no vende?
Chile ha cambiado mucho en los últimos años y sería conveniente una renovación de los conceptos que se manejan en publicidad. Las viejas creencias de lo que sucede en el país lleva a errores. Es bueno recordar que basándose en éstas, hace sólo cinco años, una gran mayoría creía imposible que una mujer fuera Presidente de la República.