9.23.2005

El “copucheo” ¿un valor nacional?

Un importante diario de la capital señalaba el último domingo, un ranking de portadas de diarios y revistas de circulación nacional, entre el 10 y 16 de septiembre. El primer lugar, con ocho apariciones lo tenía: Quenita Larraín. El segundo, con siete apariciones, Marcelo Ríos. El tercero, con cinco apariciones, Giuliana Sotela. Todos destacaban por un solo caso de su vida privada que se había hecho público.

Al leerlo, me dio vergüenza. Recordé el idealismo con que muchos periodistas estudiamos la profesión, con el principal propósito de servir a la comunidad. Pretendíamos, entre otras cosas, dar a conocer los hechos trascendentes que nos afectaban como país, para buscar, entre todos, caminos de solución. También deseábamos difundir valores, cultura y tantos otros temas que ayudan al desarrollo de las personas y la sociedad.

Al estudiar los elementos de la noticia, en la escuela de periodismo, tomamos conciencia de la importancia que tienen la prominencia (personajes destacados) y el sexo (romance y otros), como factores para atraer la atención de los lectores. Pero también aprendimos que esto no era lo único sobre lo que debíamos escribir, ni lo más importante. Había más elementos que podían transformar un hecho en una noticia entre los que se cuentan: proximidad, consecuencia, rareza, conflicto, actualidad, emoción, progreso, suspenso, tragedia,
como repetiría un estudiante.

Por esta razón, parece increíble que las portadas de tantos medios informativos de Chile, en una misma semana, concentren su atención sólo en la vida de una pareja prominente. Es un problema privado de personajes públicos que deben solucionar ellos. Puede ser portada de algunos medios faranduleros. Pero ¿de la mayoría? ¿En una sola semana?

Parece que la droga del “copucheo” como institución nacional se impuso para celebrar las fiestas patrias. Ojalá que, como está tan de moda decir, no “llegue para quedarse”.

En la semana en que se firmó la nueva constitución del país, sólo hablamos del Chino y Quenita. En un momento en que la brecha entre la pobreza y la riqueza en Chile es enorme, hablamos del Chino y Quenita. Cuando se requiere, encontrar caminos de reconciliación, hablamos del Chino y Quenita. Mientras todo se transforma en comercio y los valores que nos pueden hacer felices quedan en el olvido, hablamos del Chino y Quenita.

Sería conveniente que dejáramos que ellos solucionen sus problemas y nosotros nos abocáramos a los nuestros, aportando ideas y acciones para los muchos temas que no logramos superar, como país y como personas.

9.20.2005

El peligro de buscar la belleza actual

Una reciente encuesta internacional, que también se realizó en nuestro país, determinó que sólo el 2% de las chilenas está contenta con su apariencia física, una de cada cuatro dice estar gorda y un alto porcentaje ha pensando hacerse una cirugía estética, entre ellas las adolescentes.
El 70% de las chilenas declara que la publicidad y los medios de comunicación han impuesto un modelo de belleza imposible de alcanzar.
Las consecuencias de este fenómeno son, entre otras, un aumento creciente de los cuadros ansiosos, un alto consumo de ansiolíticos; mayor cantidad de cuadros de depresión; un aumento de los casos de bulimia y anorexia y crecientes adicciones, no sólo al alcohol .
A las mujeres de hoy, junto con la responsabilidad de procrear, se le exige ser extremadamente delgadas. Ambos aspectos se contraponen, si se toma en cuenta que para tener buenos partos se requiere de caderas anchas y algo de grasa .
Sería interesante un debate sobre el rol de las comunicaciones en este tema. Qué o quiénes han determinado los actuales cánones de belleza y cuán válidos son éstos.
Muchas personas nunca se han detenido a pensar qué intereses se mueven detrás de la obligación que tiene la mujer en esta sociedad de mujer ser flaca, abandonando sus formas naturales que, normalmente, son las que más atraen a los hombres.
El espacio televisivo que tantas veces se dedica a programas que no aportan mucho a la comunidad, podría incluir temas como éste, que afectan a la sociedad entera. La anorexia y la bulimia constituyen un problema de salud pública cada vez más presente en Chile.
Las exigencias que se ponen hoy para considerar a una mujer bella no son de siempre. En la antigüedad y Edad Media los patrones de belleza ni siquiera se vinculaban al sexo femenino y por lo tanto, tampoco constituian una exigencia para ellas. Esto ocurre recién en el Renacimiento, cuando pasaron a ser “un objeto decorativo”. Y, en todo caso no hay que olvidar que antes: “la gordura era parte de la hermosura”.
Sería conveniente conversar como sociedad, cuáles son las razones de promover una imagen femenina de flacura extrema, como la actual. Es posible que al menos tomemos conciencia del problema y no hagamos el juego a quienes se benefician con la cultura de los productos “light” y otras modas del momento.
Sólo así evitaremos los peligros de tener una belleza predeterminada por los medios de comunicación en vez de la real, que nace en sí misma.

9.08.2005

La estresante vida "amarilla" de la TV

Los noticieros de televisión chilenos, en su deseo de mantener la sintonía, poco a poco van a conseguir el efecto contrario. Los teleauditores comentan cada vez más que se ven en la alternativa de elegir entre escucharlos y aumentar su estrés o simplemente apagar el televisor.

El problema de fondo es que en éstos informativos se escoge destacar, principalmente, una parte de la realidad: los principales accidentes, robos y asaltos del día, porque según se dice, aumenta el ratting. Cuando les faltan crímenes en Chile, destacan hasta en sus más íntimos detalles, los dramas que ocurren en el extranjero, que indudablemente deben ser informados, pero sin la morbosidad que se usa para desatar las emociones del público.

Si los medios de comunicación, en general, escogen entre todo lo que nos ofrece la vida, destacar los hechos policiales, la realidad que se proyecta es más negra o “amarilla” que la que percibimos a diario en forma directa y da la sensación de que estamos sumidos en el caos. Como si esto fuera poco, las noticias de este tipo se repiten varias veces al día y se detalla hasta el cansancio, un mismo hecho policial puntual, la mayoría de las veces poco relevante.

La cantidad de espacio televisivo dedicado al sector policial aumenta su importancia, desvirtúa la realidad y mantiene a la sociedad en un estado de alerta permanente, que la lleva a un grado innecesario de estrés.

Las personas mayores, que están mucho tiempo en casa escuchando las noticias que dan los medios de comunicación, ya no se atreven a salir. Según lo que allí perciben, hacerlo constituye un riesgo tremendo y prefieren mantenerse protegidas en su hogar, aunque ni eso les produce ahora la misma sensación de seguridad de antes, porque también han visto los detalles de las noticias de asaltos a las casas.

Sin duda, la televisión “amarillista” no contribuye a la calidad de vida ni a la salud mental de los chilenos. Especialmente de aquellos que, por distintas razones, deben permanecer mucho tiempo al interior de sus casas, sin un contacto directo con la verdadera realidad, que es bastante menos aterradora.

Según las cifras que reflejan los estudios sobre el tema, la delincuencia no ha aumentado en la forma que se percibe ¿quiénes, además de los psicólogos y psiquiatras, se benefician con esta sensación de inseguridad que transmiten los noticieros de televisión? Muchos. Entre los que se incluyen los mismos medios de comunicación que piensan que así aumentan su público.

Sin embargo, si queremos, podemos hacer el cambio a muy corto plazo. Sólo el tiempo que nos demoremos en darnos cuenta, masivamente, de que para lograr una mejor calidad de programación, basta con apagar el televisor y cambiar la manera de informarnos.

9.01.2005

El quinto poder: un consumidor bien informado

Una información fidedigna es indispensable para tomar buenas decisiones, de cualquier naturaleza. Conocer aquello que ocurre en nuestro entorno, es una tarea cada vez más compleja y supera nuestra capacidad de observación directa. Por eso usamos, y confiamos, en los medios de comunicación o “cuarto poder del Estado”. Sin embargo, es importante mantener una actitud conciente, saber cuál es la inspiración ideológica o económica que éstos tienen y qué imágenes o productos nos quieren vender.

El consumidor común muchas veces desconoce esta realidad y asimila con inocencia lo que el medio le dice, interpretándolo como una verdad absoluta, sólo porque “salió en los diarios”. Esto produce a veces injusticias, ya que puede deformar la visión de los hechos y de las personas involucradas en éstos.

Más allá del trabajo periodístico de recopilar y redactar la noticia, existe una labor editorial que determina los temas que se darán a conocer y qué se dirá al respecto, ciñéndose a la línea del medio informativo. Ésta resguarda el pensamiento y los ingresos, no sólo de las empresas periodísticas y sus avisadores, sino de todos los integrantes del holding de los dueños del diario, radio o canal de televisión.

El consumidor de medios debe asumir un rol activo y conocer lo que orienta a su fuente de información. Debe saber quiénes son los dueños de los diarios, radios o canales de televisión en que se informa, conocer su pensamiento y sus intereses económicos. Sólo así podrá determinar, por sí mismo, qué le conviene o no internalizar, constituyéndose en el quinto poder del Estado, tan necesario para regular el proceso democrático y también, el del mercado.




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