11.03.2006

Niños y mascotas: Una relación desequilibrada

La primera vez que visité los países europeos, hace ya muchos años, me llamó la atención observar el lugar privilegiado que ocupaban las mascotas, en la vida diaria. Muchas veces reemplazaban a los niños, que ya en ese momento no eran demasiados. En el Chile de esa época, los perros aún comían carne y guisos sobrantes y los gatos cazaban ratones. Los niños abundaban en las familias chilenas, especialmente en las más pobres. Los menos afortunados vagaban por las calles y eran acogidos por el entonces Padre Hurtado o la Fundación Mi Casa, entre otras instituciones.

Las cosas han variado sustancialmente en nuestro país. Pero principalmente para las mascotas. La realidad de hoy nos muestra cómo éstas han subido de categoría. Para ellas hay comida especial, que sus amos compran sin fijarse en precios. También, champú con Aloe Vera, camas ergonométricas, radio-collar educativos y hasta hoteles, para que nunca estén solos o mal cuidados.

Los niños de escasos recursos, en cambio, siguen en una situación parecida a la de entonces. Y quizás peor. Porque ahora ven en televisión la gran variedad de productos creados para ellos, pero no tienen a nadie que se los compre. También algunos siguen sin recibir cariño. Además, hoy proliferan los abusadores sexuales y quienes los protegen, acallando cualquier escándalo que enlode a personas “respetables”.

A los niños pobres, antes y ahora, les falta ese alguien que los animales encuentran con facilidad. Esa persona, que como los amos de las mascotas, los quiera, se preocupe de ellos y de sus necesidades básicas. Los que vagan por las calles, igual que antes, si tienen suerte, son acogidos por instituciones. Si viven en familia, hay que hacer campañas para que cada cuál tenga su propia cama y colectas para que coman. Sin duda no tienen la suerte de las mascotas, que cada vez les quitan más espacio al interior de hogares donde los animales son mucho más importantes que los seres humanos desvalidos.

En los países europeos, no crea problemas de conciencia que quien quiera dedique tiempo y dinero a las mascotas, porque los niños tienen asegurada, al menos, una buena subsistencia. En Chile, en cambio, se importó la buena costumbre de proteger a los animales, pero se olvidó que también pertenecen a ese género los seres humanos.

Es posible que los dueños de mascotas no puedan o no quieran, por la razón que sea, preocuparse de los niños. Pero sería muy lindo que, junto con cuidar a sus gatos y perros regalones, se propusieran gastar el mismo dinero y tiempo afectivo, en los pequeños seres de la raza humana.