12.29.2006

La sonrisa de Isabelle

Los medios de comunicación contaban esta semana que Isabelle, la primera mujer en el mundo a quien se hizo un trasplante parcial de cara, podía ahora sonreír. Su vida, sin la desfiguración sufrida por la mordedura de un perro, le promete otra oportunidad de ser feliz.

Cuando se aproxima un nuevo año, a menudo pensamos en lo que vendrá y planificamos. Es un buen momento para decidir si mantenemos las desfiguraciones del propio rostro o nos hacemos un transplante de cara que permita la aparición de una sonrisa de paz.

En todo orden de cosas, existen perros que hieren, con o sin conciencia de lo que hacen, y a veces dejan huellas que amargan la existencia. Las marcas son difíciles de borrar y condicionan en muchos casos la vida futura. El problema es decidir si destinamos el resto del tiempo a analizar con amargura lo que sucedió. A pensar qué hicimos para merecer ese castigo. A determinar cuál fue realmente el perro responsable. A juzgar si era malo o mordió obedeciendo a su naturaleza. O, por el contrario, aceptamos someternos a un transplante y dejamos el rostro feo en el pasado para mirar hacia delante intentando darle belleza.
A veces, como en el caso de Isabelle, se requiere de una gran valentía. Primero se debe perdonar al perro, pensando en el propio bienestar. Comprender o al menos aceptar que lo sucedido ya pasó y admitir la propia responsabilidad, en caso de que exista. Sólo después de aquello se siente ese alivio que permite dejar las cicatrices en el pasado.

Poco se logra con destinar nuestras energías a sufrir recordando. Asumir la realidad de lo ya vivido y buscar una solución lo más satisfactoria posible es lo que permite volver a sonreír, como sucedió a Isabelle. Vale la pena intentarlo en un nuevo año tanto en lo personal como en lo social .

12.03.2006

Pistolas y temores

Algunos periódicos nacionales han destacado en estos días dos temas que dan que pensar: el aumento en la compra de armas y el crecimiento del negocio de la seguridad personal, a través de empresas que ofrecen guardaespaldas, para que los hijos vayan a carretear o las mujeres se sientan más protegidas.

Al leer los mencionados artículos me dio la impresión de estar en un país de bandoleros, donde las personas no pueden circular por las calles ni tampoco permanecer tranquilas en sus casas, si no tienen pistolas para recibir con balas a cualquier visitante inoportuno.

El miedo a los posibles asaltos o ladrones parece ser la consecuencia de una larga campaña del terror realizada por ciertos medios de comunicación que dedican gran parte de sus noticieros a la prensa roja.

Si bien existen casos de delincuencia, algunos bastante audaces, no son el pan de cada día de la mayoría de las personas. Basta pensar cuántas personas de las que usted conoce han sufrido una experiencia de ese tipo.

Mostrar, caso a caso, los hechos de sangre publicando hasta sus más crueles detalles es una forma fácil de atraer el morbo y asustar a quienes no tienen una capacidad crítica. También una manera de captar audiencia o lectores, que disfrutan de la tristeza que produce el mal ocurrido a los otros.

Sin embargo, sembrar el miedo para crear la incertidumbre puede tener respuestas más graves que el problema inicial. Cada uno de los que cree estar en un mundo lleno de peligrosos malhechores, reacciona en forma diferente frente a esta realidad y no comprueba si esa situación es cierta. “Ya no se puede andar en micro-me comentaba una amiga- Dicen que andan, de a cinco, robando carteras”. Por eso ella nunca se moviliza en locomoción colectiva y no puede darse cuenta de que eso no es cierto. Yo lo compruebo diariamente, cuando ocupo estos servicios y puedo asegurarlo.

El miedo trae consigo no sólo el alza de las ventas de los medios informativos. Crea también un ambiente de inseguridad que hace que las personas busquen su propia defensa, comprando armas que no saben manejar y que lo más probable es que sirvan más a los asaltantes si las encuentran, que a ellos para defenderse.

Contar con guardaespaldas para que los jóvenes puedan ir a “carretear” hasta altas horas de la madrugada parece un poco exagerado. Mejor sería, sin duda, que los padres hicieran entender a sus hijos el peligro que significa andar en lugares donde se comercializa droga y se mueven muchos delincuentes para que eviten ese tipo de diversión.

La seguridad no existe en ningún lugar del mundo. Ésta es vulnerada hasta en sus más fuertes expresiones. Hemos visto cómo se puede matar a un Presidente de Estados Unidos, pese al aparataje de protección que tiene y, también, atentar contra el Papa.

Antes de invertir en armas o en guardaespaldas personales sería bueno preguntarse cuántos casos concretos de asaltos y robos conocemos y cuántas veces la tenencia de armas en las casas han hecho daño a los mismos propietarios por accidentes o mal uso. Podemos llevarnos una sorpresa.

También verifiquemos, reloj en mano, cuánto tiempo dedica la televisión a narrar casos policiales y recordemos la programación de antes. Es bueno tomar conciencia que es mayor la publicidad de los hechos policiales de hoy, que su aumento real.

Si bien conviene ser prudente en el actuar también lo es vivir tranquilo, sin aplicar la justicia por nuestras propias manos. Eso sería volver a los tiempos primitivos del “Ojo por ojo. diente por diente” , en que cualquiera mataba por venganza o por placer. En ese caso sin duda el remedio es peor que la enfermedad.

Consumidor alerta: Un seguro para reconocer la verdad

Frente a un gran titular de diario que dice: “Juan González es el peor entrenador de la Selección” una mayoría inocente piensa de inmediato que se afirma es cierto. Sólo los que entienden el proceso de la información, leen más allá y se preguntan: ¿quién dijo eso? ¿Le conviene al periódico donde aparece, que todos crean lo que allí se dice? ¿O venderá más ejemplares por poner esa aseveración? ¿Es Juan González, un opositor a ese medio informativo o lo ha ofendido de alguna forma?

Con frecuencia los lectores comunes no se cuestionan nada y creen a pie juntillas lo que se dice en letras de imprenta. El periódico afirma algo que tal vez dijo el peor enemigo del afectado y da lo mismo que sea o no la verdad. El medio no se expone a nada porque, en letra muy chica, aclara quien emitió esa opinión.

El problema para él o los afectados con este tipo de información es mayor si se trata de un diario de alta circulación o de una radio o canal de televisión de alta audiencia, porque serán muchos los que se queden con lo que allí se afirma: “Juan González es el peor entrenador de la Selección” sin pensar en quién lo dice.

La verdad como valor, importa poco hoy. Además, si se trata de discutir el tema, no faltara quién diga que ésta es subjetiva. Lo que para alguno es azul para otro es rojo. Sin embargo, hay hechos muy objetivos como el robo, el crímen y muchos más, que son verdades muy concretas.

Para reconocer cuál es la verdad de lo que se afirma, se requiere no sólo una formación más crítica del consumidor de medios informativos sino también que exista una representación variada de líneas de pensamiento y tendencias ideológicas en la información, lo que ya no sucede en Chile.

La concentración de la propiedad de los medios informativos en representantes de una sóla ideología no parece sana. Va en contra de la tan popular transparencia que se solicita en todo tipo de actividades y puede, por lo tanto, favorecer la corrupción. También hace posible condenar a inocentes sin posibilidad de defensa frente a la opinión pública.

El país requiere con urgencia mayor formación de los consumidores de medios informativos e idealmente, un mayor equilibrio de tendencias en los dueños de los medios de comunicación.

Sólo así, con un abanico de posibilidades de información, el lector podrá llegar a su propia percepción de la verdad que nace de escuchar, leer o ver el acontecer nacional desde diferentes miradas y seleccionar la que prefiere.