3.12.2006

Prensa amarilla y salud mental

Muchos profesores siguen enseñando en las escuelas de Periodismo que los acontecimientos positivos no son noticia. Tal vez esa sea una de las razones por las que en los medios informativos sólo se dan a conocer los sucesos negativos que nos amargan la vida. Y cuánto más impacte una tragedia o se explote la morbosidad de la minoría, mejor se siente el editor.Como decía un viejo reportero de una región en la que trabajé: "Los hechos son noticia de dos muertos para arriba".

La teoría de la prensa negra, por no decir amarilla, me recuerda la forma de pensar de algunos educadores de otros tiempos. Tiene cierta similitud con muy antiguas corrientes formativas que permitían el regocijo de mentalidades autoritarias y gozadoras del sufrimiento ajeno. Aquellas que aplican, por ejemplo, eso de que la letra con sangre entra. Las que creen que si algo se hace bien, solo se cumple con el deber y si se hace mal, hay que castigar con fuerza.

Según la antigua pedagogía era el golpe físico el que enseñaba. Ojalá la correa o el chicote. De acuerdo a lo dicho en las escuelas de Periodismo, el impacto psicológico funciona porque es el que vende. A esto hay que agregar las razones económicas o ideológicas que pueden mover a algunos medios informativos a criticar la actuación de determinadas personas o autoridades

Las nuevas corrientes pedagógicas han demostrado los buenos efectos del estímulo positivo que eleva la autoestima y contribuye a la felicidad de los seres humanos. Igualmente, la psicología ha comprobado cómo los pensamientos positivos llevan a acciones de este tipo, con el consiguiente beneficio social y personal.

Sin embargo, los comunicadores no hemos cambiado en este aspecto. Por el contrario. Se ha intensificado el afán morboso de destacar lo negativo, de aumentar cualquier pequeño error y perder de vista las grandes obras o avances, insistiendo en que las malas noticias son las que venden.

Como consecuencia de esta posición que no evoluciona, gran parte de la población vive la infelicidad diaria de creer que está habitando un mundo mucho peor de lo que realmente es, porque lo positivo que ocurre no se difunde.

Tal vez es hora de pensar que el ser humano requiere tener buenas noticias. Darse cuenta que también debe ser un receptor de alegría, de un panorama más esperanzador que el que a diario se destaca en la televisión o en los diarios. Está bueno ya de encontrar todo malo y aumentar las noticias haciendo lucir el lado negativo. Es hora de seguir la corriente de educadores y psicólogos y evolucionar también en el periodismo, abandonando viejas creencias que contribuyen a desmejorar la salud mental de los chilenos y no aportan nada para su beneficio.



Hemos logrado como país muchos cambios que nos parecían imposibles ¿Podremos revertir ahora esta realidad que atenta contra nuestra paz interior?