7.25.2006

El mal menor

Estar en cama por un resfrío intenso y con el brazo enyesado es un mal muy menor en días de temporales o guerras. Y eso nos quita el derecho a queja que, en otro momento, podríamos ejercer.

Cada vez que uno se va a lamentar por su propia situación, recuerda las imágenes de las lluvias y el viento que arrastran viviendas o las cubren de agua. O de las bombas que estallan por todas partes. Entonces piensa cuán afortunado es al estar en una cama tibia, con el brazo inmovilizado por algunas semanas. Se dice: tendré tiempo para leer y escuchar música. Veré una buena película y me pondré al día, por teléfono, de lo que ocurre a mis amigos que hace tiempo no llamo.

Dar vuelta a positivo lo que nos sucede puede ser una buena forma de sobrevivir contenta los momentos en que ocurren esas pequeñas cosas que no podemos evitar, mientras en el mundo exterior suceden peores catástrofes.

Estar enfermo en cama, cuando los males son menores es hoy más fácil que antes. Gracias a la modernidad podemos encargar por teléfono las compras del supermercado o la comida que distribuyen a domicilio. La tecnología permite escribir en un computador portátil, sin moverse de la cama y conectarse a Internet en forma inalámbrica.Gracias a la antigüedad, algunos pueden, además, practicar lo aprendido en mecanografía y escribir con todos los dedos de la mano izquierda, cuando la derecha está inmovilizada.

Lo único que no se logra reemplazar con ninguna técnica ni tecnología es la presencia humana. Cuando estamos enfermos necesitamos más que nunca alguien que nos acompañe, converse o regalonee. Para eso es necesario esperar que los padres, la pareja, los hijos o los amigos lleguen de su trabajo.

Mientras eso sucede no queda más que dar vuelta la mente a positivo. Y para eso nada mejor que encender el televisor y ver las noticias. Lo que se observa allí es siempre tan trágico que permite pensar cuán afortunados somos, aunque estemos solos.