7.06.2006

El problema es tener trabajo no jubilar

Aumentar la edad de jubilación de la mujer a los 65 años es uno de los temas que se debate hoy, no sólo por los canales regulares, sino también a través de los medios informativos. Sin embargo, la discusión debería centrarse en cómo obtener y asegurar trabajo a los mayores de sesenta años que deseen hacerlo, con alguna legislación que los favorezca, ya que a esa edad es muy difícil mantenerse activo, aunque se disponga de todas las capacidades y ganas de hacerlo, en un país en que se contrata sólo a los menores de 35.

En las últimas décadas en el país se estableció un sistema de jubilación con fondos individuales, sin aportes patronales ni ayuda solidaria, como antes. Así las personas están libradas a su suerte y obtienen al final de su vida una mensualidad, a veces muy escuálida, para sobrevivir inactivos. Simplemente, acumulan sus propios ahorros, que se descuentan de sus remuneraciones en los momentos en que cuenta con un trabajo estable y sus imposiciones voluntarias, si puede y desea tenerlas. No hay nada que sea dado por nadie.

A cierta edad pre-establecida, estos fondos se le comienzan a entregar en cuotas mensuales, calculando que duren lo más posible. Las AFP se benefician de lo que cobran por administración y comisiones. Y el Estado se defiende con esto, del pago de numerosas pensiones asistenciales para ayudar a las personas que no tuvieran los requisitos mínimos para jubilar.

Los que son ordenados y saben invertir su dinero, podrían hacer este proceso de ahorro individual en forma independiente. Sin embargo, esto no es más que una utopía, ya que no se puede generalizar un ahorro voluntario cuando existe un enorme grupo de personas a las que éste les parece imposible de hacer y otro, que está convencido que el cupo disponible en su tarjeta de crédito es parte de su presupuesto mensual y no una forma de endeudarse. Por eso, el ahorro previsional forzosamente tiene que ser obligatorio.

No hay duda alguna, y eso es lo que se dice, que si la persona se mantiene durante más años en el sistema y la AFP en que se encuentra maneja bien su dinero, podrá contar con un sueldo mensual mayor que si lo hace antes. Pero este aumento se produce solamente porque genera más recursos, al deducirse de su sueldo un porcentaje de lo que gana. Eso le conviene a la AFP que se beneficia de los intereses de las platas que mueve y al Estado que paga menos pensiones asistenciales. Pero al cotizante no le conviene, porque si tiene la suerte de estar trabajando a esa edad, puede ahorrar el dinero correspondiente a sus cotizaciones por cuenta propia y si, se queda sin trabajo entre los sesenta y los sesenta y cinco, no tendrá dinero ni jubilación con que mantenerse.

El verdadero problema para las personas es cómo seguir trabajando después de los sesenta, porque nadie los contrata aunque trabajen mejor que los más jóvenes y tomen decisiones más sabias. Existen muchos prejuicios de parte de los jóvenes que ocupan cargos altos y muchos que se aprovechan de cualquier oportunidad para echarlos y dar con eso “tiraje a la chimenea.

Lo importante, por lo tanto, si se quiere beneficiar a las mujeres o a los hombres, según sea el caso, no hay que aumentar la edad para jubilar, sino legislar en forma faborable para que la personas mayores de sesenta que lo deseen, tengan la posibilidad de seguir trabajando.