12.23.2005

TLC con China y adultos mayores

Ser “adulto mayor” en este país es símbolo de decadencia. Al contrario de lo que aquí sucede, en la sociedad China, ser viejo es ser sabio y las personas mayores gozan de una alta jerarquía social.

Los medios de comunicación chilenos tienen una gran responsabilidad en la imagen que proyectan de los adultos mayores, a quienes sólo se les ve bien cuando son parte de una promoción de turismo para tercera edad. La mayoría de los artículos o publicidad que los incluyen, muestran fotos de personas sin dientes, bien arrugadas y, ojalá, mal vestidos o enfermos. Así inspiran en lo que los ven, con mucha suerte, algo de compasión.

La sociedad los ve masivamente así, como consecuencia de lo que a diario muestran los medios de comunicación. Como consecuencia, un día después de cumplir los sesenta, se pasa de persona normal a otra que, con cierto tono despectivo o caritativo, los diarios llaman “ ancianito o abuelito”, aunque no tenga nietos. Ha pasado solo un día desde que se era un ejecutivo de éxito y ahora se forma parte del segmento de tercera edad, al cual se les ofrecen remedios, que muchas veces no necesitan más que los jóvenes, y viajes, que posiblemente no pueden ni desean hacer.

Actualmente en Chile la comunidad no otorga a los adultos mayores lo único que quisieran tener: la dignidad. Esto podría lograrse si le proporcionara una imagen pública que le permitiera acceder a un trabajo, si lo desea, o integrarse al mundo activo, como se hacía hasta hace pocos años, cuando no se había inventado el concepto de tercera edad. En ese momento los niños y adultos compartían las fiestas y los espacios, sin la segmentación de hoy. Ésta obedece en parte a la necesidad publicitaria de dividir, para reinar con avisos dirigidos a un público determinado, según cual sea el producto que ésta ofrece.

De acuerdo a la cifras del Censo del 2002 ,el grupo de 60 y más años en Chile, alcanzaba al 11,4 % del total del país, cerca de 1,7 millones de habitantes. En el 2020, se estima que éstos serán cerca de 3 millones de personas. Sin embargo, los medios de comunicación los continúan segregando, lo que comienza en el momento mismo que se proyecta su imagen como un estamento diferente de los adultos en general.

El culto a la juventud que profesamos los chilenos está lejos de considerar las corrientes de pensamiento oriental, en que los ancianos son venerados por su sabiduría. Aquí se les trata de empujar para que dejen los cargos y “den tiraje a la chimenea”, dejando paso a los más jóvenes e inexpertos posibles, que deben hacer las mismas experiencias por las que ellos ya pasaron, para sacar conclusiones similares, que sería muy bueno aplicar pronto en el país.

Si los menores de sesenta pensaran que ellos también alcanzarán esa edad, tal vez tomarían las medidas para superar este problema. Podrían, por ejemplo, agregar al ¨TLC con China, un artículo que promueva la baja de aranceles para la importación del concepto que allí se tiene de la ancianidad, aquel que proyecta a este grupo como fuente de sabiduría y veneración.